“¿Que no existe el amor romántico? Váyanse a tomar por culo, qué otro amor habrá… ¿Qué va a ser, un amor práctico, un amor mecánico? No hay más amor que el amor romántico”
Fernando Savater
Suena el despertador, y como cada mañana te cuesta bastante salir de la cama. Sobre todo porque sabes que tienes catorce años y hay que ir al instituto, que ya llevas muchos años estudiando y es un deber que es importante cumplir pensando en tu bienestar en el futuro. Desayunas lo que te gusta, te vistes con esa ropa que te otorga la identidad que con el paso de los años estás tratando de definir, y comienzas un día más de lecciones impartidas, tiempo con tu familia y amigas, y estudio de todas las áreas del conocimiento humano para poder aprobar los exámenes que te esperan a final de curso. Termina el día, y estás deseando llegar a casa para ponerte el último capítulo de tu serie favorita, cerrar después los ojos, y soñar con cosas de las que muchas veces no tendrás recuerdo al día siguiente. Es decir, tienes una vida, con sus tiempos y normas establecidas. Pero entonces, cualquier día y sin avisar, aparecerá el amor. No importa de qué manera, a través de una mirada, un cuerpo o una emoción, pero llegará. Y le dará igual lo importante que sea lo que estés haciendo en tu día a día, tu bienestar, o lo que hayas aprendido todos esos años sobre cómo pensar o hacer las cosas, pues el amor siempre te va a colocar más allá de cualquier circunstancia o contexto que te envuelva. Experimentarás entonces la libertad por primera vez, pero una muy particular, en la que no podrás agarrarte a nada que conozcas ni sabrás muy bien cómo actuar. Pero no debes preocuparte, pues habrás vencido al Tiempo, el más grande de todos los contextos (aunque haya sido sin querer). Cuando el amor llegue, cuando sientas que hay algo que te aleja de ti misma, intenta encontrar la receta para seguir viviendo. Yo no la he encontrado, pero tengo pruebas de que existe. De ello dependerá que esa experiencia dure cinco minutos, o toda una eternidad. Mucha suerte.
Siempre que tus besos los pueda cambiar
Por dedales de metal que poco valen
Siempre que podamos hablarnos
Sin convencer a la otra parte, habrá magia
Descubrir el axioma que forman dos personas
Que se ahogan al explicar por qué se juntan hoy
Quieren demostrar que hasta oscuras se orientan
Dejarlo todo en manos de una obra en la que no habrá guion ni oportunidad
De un ensayo previo en el que cada uno escoja su papel
Si después delegan todos sus esfuerzos a la imprevisibilidad del tiempo
Grabarán sus nombres en árboles de hoja caduca
Que por cada año a vuelven a caer sus hojas
Por qué se caen tan deprisa
Por qué se caen tan deprisa
Por qué se caen tan deprisa
Por qué se caen tan deprisa
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