“El club de los poetas muertos” – 1989, Peter Weir

Los últimos de nosotros

No es casualidad que después de una apocalipsis zombie en el planeta, la industria de los videojuegos nos presente a la guitarra como el «instrumento superviviente», otorgándole el honor de convertirse en la última y única posibilidad de crear música en un mundo futuro que camina hacia la extinción de la raza humana. Tampoco es casual la decisión en el guion de que bandas como «a-ha» o «Pearl Jam» sean recordadas tras el paso de varias generaciones, en tiempos en los que nuestra civilización tendría que comenzar de cero y reconstruir todo lo perdido para recuperar su cultura e identidad. Para que estos hechos, fruto de la imaginación de grandes guionistas, puedan volverse reales y tomar un significado en un supuesto futuro de caos y destrucción, debes ser consciente de que todos tenemos, en la actualidad, la gran responsabilidad de transmitir y hacer recordar a nuestros iguales, en tiempo y espacio, las grandes obras maestras de los siglos pasados, sean de cualquier arte musical, visual o escénica. Debes convertirte en un verdadero canal cultural, buscando referentes, y tratando de formarte para ser uno de ellos en el futuro. Pues solo así, y llegado el momento de la extinción, podrás tener la sensación de haber aportado y disfrutado del mundo que te ha tocado. Y podrás estar contenta, “oh capitán, mi capitán”, porque tendrás tu luz encendida y tu rincón preparado en el Club de los Poetas Muertos.

LETRAS

Delicada luz que fuerte alumbras, ven y quédate
Quémame la piel y convierte en sombras todo de una vez

Guíame, no te apagues nunca
Quién iba a decir que era cosa tuya

Como si detrás me empujaras fuerte
Cuando mi ego escupe y ya no hay paz
Tú mi condición estableces y silencioso vuelvo a mi lugar

Guíame, no te vayas nunca
Quien iba a decir que era cosa tuya

Seducimos al jugar a ser eternos
Repetimos la señal que los llevó hacia el centro
Recogimos al marchar y ahora tocar restaurar los huecos
Que tardaremos recuperar

Oh capitán, mi capitán, oh capitán, mi capitán
Quedan tantas puertas para entrar

En el club de los poetas muertos
Hay una luz por los que ya cayeron
En el club de los poetas muertos
Hay un rincón que está para los que ya existieron